Strawberries and Photographs
lunes, 4 de febrero de 2013
"El lenguaje secreto del amor", y otros títulos.
¡Hola a todos Blogueros! Inició este nuevo blog con tres pequeños argumentos que hice un día que me entró la inspiración, fue hace bastante tiempo, pero a mi me siguen gustando (ahora le veo algunos errores pero me da penita cambiarlo).
Aqui los teneis chic@s, ¡Espero que os gusten!
EL LENGUAJE SECRETO DEL AMOR
¿Lo mejor de nuestra extraña relación? Que jamás nadie podrá volverla a repetir, Quedará en nuestro pensamiento siempre, y podremos reproducirla de forma constante, junto a las personas que tuvieron la suerte de vivirla junto a nosotros y quizá poner su granito de arena en un futuro que ahora ya es pasado. Esos pequeños consejos de nuestros amigos, que decían "Pregúntala si aún te quiere" o "Saludale cuando terminen las clases" han sido nuestro día a día necesitandonos, añorandonos y queriendonos. No podemos decir que hayamos estado muy unidos en esta historia de amor sin principio ni fin, pero lo hemos estado a nuestra manera, intentandonos proteger el uno al otro, pensándonos antes de irnos a dormir o mirando siempre cada cinco minutos si estabamos conectados en la barra de chat. Ha sido única cada mirada por los pasillos o cada palabra o mensaje que nos hemos dedicado, cada una de las caricias o la forma que teníamos de ingorarnos como si no nos importara. A nuestra manera, eramos felices. Siempre lo hemos sido desde el día en el que nos conocimos. ¿Y que más da si ahora todo acaba mal? Es solo un hecho, solo un decir. Quizá ahora solamente somos dos amigos que se aconsejan sobre otra de las historias de nuestra vida. No importa, siempre tendremos en mente quien somos. Alguna vez que otra llegamos a pensar que todo esto era mentira. ¿Pensaste que me importaba? Puede que la mentira este sobrevalorada en este mundo, ¿pero y que si nos mentimos? Eso hace a nuestra relación mucho más unica e inesperada, como un regalo de cumpleaños de lo mas especial. Todas y cada una de las cosas que hemos vivido son originales y sin sentido, y por eso las retendremos siempre en nuestra memoria, como si entre nosotros dos solos, cuando la oscuridad nos inunde y todo el mundo se haya ido, pudiesemos hablar un lenguaje que nadie mas descubrirá nunca, al no vivir nuestra vida o no poder leer nuestros pensamientos.
TEQUIERO
Tequiero. Así de facil. Asi de poco complicado. Así de tentador. Sin porques ni mentiras ni letras ni silabas ni lexemas ni morfemas ni separaciones. Quizá no es una explicación científica, ¿Pero quien dice que no es practica? Con el tiempo, me he dado cuenta de que contra mas largo es un sentimiento, menos nos atrevemos a afrontarlo. Pero no me refiero a sentimientos normales, no. Me refiero a sueños. Sueños en los que apereces tu, y en los que me abrazas y me acaricias la mejilla con la dedo indice de la mano derecha y me susurras al oido y a mi se me llena el estómago de mariposas hiperactivas. ¿Nunca te ha pasado eso de que el despertador suene en la parte más interesante de un gran sueño? Pues a mi entender, creo que es una señal. Que todo lo que pasa a tu alrededor continuamente son señales, y esa significa el sentimiento que no te atreves a decir, o el que es tan importante para ti que tienes miedo a que algo pueda salir mal. Y yo me pregunto...¿No es más facil decirlo y ya? Decirlo sin pensar. Porque cuanto mas piensas una cosa peores conclusiones sacas de ella. Empieza a parecerte ridícula y poco entusiasta. Y te arrepientes. Y eso no significa que las mariposas vayan y vuelvan de tu estómago. Significa que vuelan hacia tu mente y luego, cuando no hay vuelta atras, regresan a tu tripa, y permanecen allí por siempre. Por eso, un simple tequiero puede darte una gran felicidad por siempre, y no una desgracia para toda la vida. Y un tequiero desde el corazón puede cambiar absolutamente todo. Todo lo que quiero, se puede transformar en un todo lo que tendré para siempre. TÚ.
NIEBLA...
Querer. Amar. Cerrar los ojos. Perderte. Perderte en una mirada, en una sonrisa, quizá solamente en un rostro. Clavar tus ojos en sus perfectas pupilas y susurrarle en miradas lo que se te atraganta sin cesar, una y otra vez…
Y recuerdas vuestros momentos juntos. Cada uno de ellos. Cada una de las palabras que os dedicabais. Palabras de verdad. En las que te ves reflejado y por un momento piensas que ha llegado tu príncipe azul y la puerta de tu torre ya está abierta, que él acaba de llegar, y con ello se aceleran los latidos de tu corazón. Que por fin hay color, que ha vencido el amor.
Y solo es un momento. En el que te pierdes. Te pierdes de verdad, de las veces en las que miras a tu alrededor y no encuentras al ser querido con el que paseabas de la mano. Y todo se oscurece y los colores vivos se nublan. Y en su lugar comienzan a aparecer aquellos tonos que aborreces y que no te dejan volver la vista atrás, que no te dejan despedirte del color. Del amor. De él.
¿Por qué pasa esto? ¿Por qué la vida me trata así?, piensas por un pequeño instante. Los latidos de tu corazón siguen bombeando con la misma fiereza que antes, pero ya no te explicas porque. Si aún por tu amor, o ya solamente por temor. Temor a alejarse.
¿Y para él? ¿También todo será gris?, te preguntas. Giras a tu alrededor, pensando que está a tu lado, preocupado, creyendo que te has marchado, quizá para no volver. Y la esperanza recorre de nuevo tu cuerpo, una sonrisa cansada te hace vibrar de emocíon. Todo sigue siendo gris, o incluso negro. Pero tú sacudes la cabeza, vacilante. “Puede que esté oscuro, pero yo puedo imaginarme lo que no alcanzo a ver”. Y el viento roza las yemas de tus dedos como un suave y ligero beso. Te das la vuelta, sobresaltada. ¿Y si es él? ¿Y si está aquí? ¿Y si me busca? Pero lo único que encuentras es tinieblas. Dolor. Y también frio. Mucho frio. Que te ciega, casi congelándote el alma.
Una lágrima resbala por tu mejilla mientras te despiertas sobresaltada en mitad de la noche. Una luna creciente. Pero oscura. Y encoges la mirada hacia lo más recóndito de tu ser. Asustada y dolida. Suspiras como si la vida te fuera en ello, con la cabeza apoyada en la almohada, contra la ventana. Ya has mirado a ambos lados de tu cama. Él no está ahí. Quizá nunca haya estado, quizá sea él quien se haya marchado, quizá sea él quien nunca vuelva.
Y entonces un embriagador perfume de añoranza te salpica. No solo te hace abrir los ojos. También la mente. También el corazón. Como un imán que te hace abrazar fuertemente el otro extremo de la cama. Que te hace llorar, ahora descontroladamente. Por su olor impregnado en la sabana. Por su ausencia. O incluso por que ahora los colores vivos vuelven, pero ya no son agradables. “Todo está bien” Te obligas a decir.
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